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—La vista de la sangre asustó a Elisa y como si no fuera suficiente la sangre tenía su cama hasta la esquina de su cama, la cantidad de sangre era enorme tanto que le mareó la cabeza. Ian no estaba en la habitación ya que ella había dormido sola en su cama. Ella se alejó, sin saber qué hacer, ya que todavía estaba atónita y sorprendida por la sangre. Solo entonces una sensación incómoda emergió desde su estómago y Elisa se sostuvo las manos.
—La enfermedad continuó empujando hacia su garganta y ella dio un paso atrás vomitando sangre por todo el suelo. Su cabeza fue golpeada por un mareo y se apresuró a salir de su habitación, tratando de encontrar el camino a la habitación de Ian y notificarle lo que había sucedido ya que su garganta no podía formar ninguna voz.