Con las cosas necesarias, Malphas fue a ver cómo la pantalla se giraba hacia donde Ian y el otro demonio de cabello rubio estaban hablando juntos. Fue entonces cuando finalmente una pregunta golpeó la cabeza de Malphas —Pero, maestro
—¡Shh! ¿No puedes dejar que mire y hablar después? —Lucifer exigió pero luego escuchó las preguntas que seguían saliendo de la cabeza de Malphas y rodó los ojos—. Habla.
—El señor Ian es su sobrino, mi señor —comenzó el sirviente.
—Cierto, debo estar ciego —respondió Lucifer, rodando los ojos de nuevo, preguntándose a qué apuntaba su sirviente—. Él no se ve menos y no le añade nada a mí y ¿crees que no recordaré eso?
—Pero maestro, lo que está haciendo, ¿no solo dañaría al maestro? ¿Y no entristecería a Lady Lucy si ella supiera que su hijo fue probado para apuñalarse en su corazón