—Esta letra se parece a la de Tomás... —susurró Esther para sí misma—. Pero, ¿era realmente de Tomás? Recordó al ingresar a la Mansión Blanca lo gruesa que era la barrera para prevenir la entrada de cosas no deseadas. Lo notó por primera vez cuando pasó por uno de los pasillos donde vio un círculo mágico tallado en el techo. El Demonio estaba lo suficientemente loco como para poner una barrera tan fuerte que si un Demonio normal intentara entrar, sería despedazado, entonces, ¿cómo fue que Tomás pudo enviar la carta?