—Podemos seguir hablando. ¿Tienes hambre? —preguntó Ian, su acto de ternura significaba mucho para ella, especialmente teniendo en cuenta que no era fácil para Ian mostrar ternura ya que durante toda su vida, se había esforzado con crueldad.
—Estoy un poco somnolienta —y mareada, agregó Elisa en su mente. No lo dijo en voz alta ya que no quería añadir otra línea de preocupación en la prominente frente de Ian.
—Entonces deberías dormir. ¿Necesitas algo, amor? —Ian preguntó, su oración sonaba en sus oídos como si él pudiera ofrecerle todo lo que deseara incluso si le pidiera la luna. En el fondo de su mente, aún no podía disipar la idea del rápido latido del corazón de Ian. ¿Era normal?
—Quédate conmigo —dijo Elisa cuando se recostó y sumergió su cuerpo en el suave cojín de la cama.