Elisa no sabía cómo los días podían pasar rápidamente. A diferencia del primer examen donde tenía que estudiar y examinar los libros, ahora, antes de que empezara el examen, no podía tener nada que estudiar; estudiar ahora no le serviría de nada ya que pronto tendría que confiar solamente en su instinto para resolver el caso.
—Mucho —respondió Elisa con una sonrisa. Su brillante cabello rojo estaba atado en una cola de caballo alta, parte de su cabello a un lado estaba trenzado, dejando su suave frente libre de pelo para que no le estorbara. Aunque no llevaba pantalones como en la época del juego de caza, Ian le había hecho vestidos con los que pudiera correr fácilmente. Sin olvidar su arma de protección, la pistola en sus caderas.
—¿Sabes cómo no estar nerviosa? —preguntó Elisa para que Ian tarareara sin responder tan rápido como solía hacerlo.