—Las maldiciones no son tan importantes. Hay algo que aún no te he contado —dijo Ian, captando la mirada de Elisa para que lo mirara. Ella esperó a que él hablara, preguntándose de qué se trataba y él dijo:
— Beel me pidió que me apuñalara ayer.
—¿Qué? —Elisa jadeó, se había dormido inmediatamente después y no estaba al tanto de esto—. ¿Cómo pasó eso? ¿Lo hiciste?
—Lo hice —respondió Ian, no le había dado mucha importancia, pero el corazón de Elisa se hundió sorprendida al pensar que él se había herido—. No te preocupes, no planeaba apuñalarme, pero era una orden de Lucifer y nada me pasó después. Según la expresión que tenía Lucifer, parecía que estaba comprobando o buscando algo.