—Los claros ojos azules de Elisa brillaron cuando vio lo cerca que la mirada roja de Ian estaba de la suya —comentó el narrador—. Nunca se sintió tan aliviada como ahora, al ver que Ian había venido a su rescate. Había ligeras lágrimas en sus ojos que provenían tanto de la sorpresa como del abrumador sentimiento de miedo que había logrado contener todo el tiempo. Pero una mirada a Ian hizo que todas las emociones en ella se rompieran como una presa.
Las alas negras de Ian se movieron desde el frente mientras apartaban el arma peligrosa que Angélica les lanzó al verlo, antes de continuar en una forma circular para protegerlos a ambos.
Elisa sintió que Ian la sostenía cerca de sus brazos.