—Otra vez era el Hechicero Oscuro —las cejas de Elisa se fruncían en una fuerza magnética cada vez que se mencionaban a los hechiceros oscuros. ¿Cuánto tiempo estarían satisfechos los hechiceros oscuros antes de poner fin a los asesinatos a sangre fría? —se preguntaba Elisa en su mente. Si no fuera por ellos, su familia, sus padres, tía, tío y su hermanito aún estarían vivos.
—Ian, cuyos ojos nunca la habían dejado, notó cómo la ira había tomado su lugar. Elisa había olvidado el poder que tenía y la ira tranquila la asentó. La manta de piel sobre su cama se tornó lentamente más oscura —Elisa —su voz despertó a Elisa de la pregunta en su mente, Ian le sonrió. Inclinándose hacia delante le ofreció su mejilla —Mataría por un beso tuyo.