Al día siguiente, Elisa se despertó sintiendo como si se hubiera despertado de un sueño muy dulce, pero cuando sus ojos azules miraron hacia abajo en el dedo donde había una marca de mordida, sus mejillas se enrojecieron. No había sido un sueño que ella e Ian se hubieran besado. Despertar sin pesadillas de alguna manera le dio una señal de que hoy sería un buen día.
Al despertarse, Elisa fue a lavarse la cara en el baño que se le había proporcionado. A diferencia de otras habitaciones de doncellas, su habitación tenía un baño separado lo que hizo que Elisa se preguntara si era una excepción que Ian había hecho en el castillo.
Después de lavarse la cara, Elisa tomó la toalla para secársela. Su mente comenzó a divagar sobre el fantasma de Guillermo que había visto en la mansión de Lipton. ¿Qué hacía su hermano menor ahí? Se había hecho la pregunta muchas veces pero no encontró respuesta. Caminando hacia el espejo, notó la misma grieta en la esquina del vidrio.