Sophie lo sintió, lo sintió justo en su tierno corazón, el dolor insoportable de perder a alguien a quien amaba profundamente.
Lo sintió en sus propios huesos, una sensación escalofriante que podría aplastar su ser en la nada, y de repente, todo lo que podía ver era oscuridad. Sintió cómo la nada la consumía con profundo pesar y un desconsuelo sin fin.
Y al mismo tiempo, un grito agudo la sacó del oscuro mundo que acababa de experimentar. No era ella la que estaba gritando...
Era Rossie.
Su hija. Ella también lo sintió...
—No... no... no... —Rossie se derrumbó en el suelo y lloró, mientras negaba con la cabeza. Murmuraba lo mismo una y otra vez. —Es imposible... esto no puede estar pasando... no...
La tristeza la abrumó hasta que sus palabras pronto se volvieron incoherentes.
Bree, que estaba confundida se arrodilló al lado de ella y también empezó a llorar, aunque no podía sentir la tristeza que Rossie y Shopie sentían en ese momento.