Esperanza rió a carcajadas y ese era el sonido más hermoso que a Kace siempre le gustaba oír. Podría quedarse días solo para escuchar a su compañera reír así.
—Deja de comportarte como un bebé —Esperanza le dio una palmada en el brazo a Kace—. Todavía estoy enojada contigo. Trató de hacer que su expresión coincidiera con sus palabras, pero fracasó miserablemente. Su sonrisa no desaparecía.
Probablemente porque Esperanza acababa de experimentar la tensión de la batalla hace solo unas horas. Así que tener aquí a Kace y hablar con él, bromeando uno al otro como de costumbre, bueno, sus heridas eran preocupaciones diferentes, Esperanza se sentía más relajada.
—¿Por qué estás enojada conmigo? Voy a ser bueno con Lana. Tienes que saber lo preocupado que estaba cuando me di cuenta de que estabas desprotegida —dijo Kace con tristeza. Caminaban de vuelta a la casa de la mano, manteniendo el paso lo más lento que podían, disfrutando del paisaje a su alrededor.
