Andrés dejó descansar a Alveena por unos segundos antes de levantarse. Miró su desnudez. Ahora ella yacía sobre la mesa, jadeando mientras intentaba recuperar el aliento.
Andrés se bajó los shorts de baño y los calzoncillos, liberando su erección de su jaula. Su dureza saltó libre.
Alveena tragó fuerte al ver al Adonis parado desnudo frente a ella. Podía ver su imponente dureza. Era enorme y larga.
—Oh dios mío... la tonificada figura de Andrés junto con su orgulloso, enorme y largo hermano, un caballero apuesto... él es un paquete completo que toda mujer soñaría tener.
Andrés se acercó y se inclinó, mirando a Alveena con su intensa mirada. —¿Estás realmente segura de esto, Alvee? —preguntó.
Alveena asintió con la cabeza frenéticamente, sus ojos llenos de determinación.
—Sí, Andrés. Quiero esto. Estoy segura de esto y nunca me arrepentiré. Solo tómame, Andrés. Soy toda tuya —murmuró Alveena suavemente, acariciando la cara de Andrés.