—Cariño, ¡alguien intentó seducir a tu esposo! —Tristán sonaba como una persona que pedía ayuda después de ser acosado.
No sabía por qué, pero esta frase fue la primera que se le ocurrió después de contemplar qué decir.
Zhen-Zhen no dijo una palabra. Simplemente permaneció callada. Su silencio lo ponía más nervioso y ansioso. Se sentía culpable aunque no había hecho nada malo.
—Pero cariño, no te preocupes. No pasó nada entre nosotros. Créeme... este esposo tuyo es fiel y leal. Nunca te engañaré —Tristán dijo a la defensiva. Quería explicar más para que Zhen-Zhen lo creyera.
—Cariño, no te enojes conmigo... por favor. No es mi culpa. Sabes que tu esposo es un hombre muy guapo por eso las mujeres lo persiguen, lo codician —Tristán intentó contar algún chiste para aligerar la atmósfera.
—¡Pero no te preocupes porque él es solo tuyo, de corazón, mente, cuerpo y alma! —Esperaba que sus palabras de seguridad funcionaran en su esposa para calmarla.