La chica se movió y abrió los ojos.—¡Mi señora! —dijo—. ¿Tú— tú estás aquí? Tragó como si hubiera visto un fantasma.
—¿Dónde más estaría? —preguntó Anastasia, levantando una ceja.
Nyles la miró fijamente sin parpadear por un momento tratando de entender la situación.—¿No recuerdas lo que pasó anoche?
Anastasia entrecerró los ojos.—No, pero ¿tú sí?
Ella asintió.—Te vi caminando hacia el portal y luego quedaste embelesada por él. Traté de sostener tu mano pero terminaste lanzándome contra la pared!
—¡Dios mío! —La mano de Anastasia voló a su boca—. ¡Lo siento mucho, Nyles! Así que era verdad que había ido al portal. Comenzó a temblar. Lo que Íleo dijo era correcto. Nyles la había seguido y ella terminó resultando herida.—¿Te hiciste daño? Ni siquiera sé qué estaba haciendo.