El gruñido de la criatura gigante resonó en todo el castillo.
Lavo miró hacia la entrada del balcón donde Evelyn estaba siendo conducida al interior por Regan.
—Pero, ¿a dónde vamos? —preguntó ella.
—A la frontera —respondió Regan con brevedad.
Solo esas palabras fueron la respuesta de Regan a las preguntas de Evelyn. La respuesta hizo que Evelyn frunciera el ceño, obviamente porque era demasiado extraña. El príncipe siempre la mantenía alejada de la frontera. Incluso cuando iba allí para revisar la situación, no la llevaba con él porque, según él, las condiciones de vida en la frontera no eran buenas. Él quería darle una vida buena y cómoda que ella no había tenido antes. Evelyn, sin embargo, también parecía saber que no obtendría una respuesta adecuada de su esposo.