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—¿No te gusta Zamorin? —preguntó Regan.
Evelyn se tensó ante la pregunta. Estuvo callada por un rato. Justo cuando Regan pensó que no deseaba responder a esa pregunta y que debería dejarlo pasar, la escuchó decir:
—Sí.
No le gustaba ese lugar. De hecho, lo despreciaba. Llenaba su corazón de un temor tremendo... la única cosa que podía sentir en ese lugar.
Regan no preguntó más.
Evelyn no sabía si era su ilusión pero cuando el príncipe de repente apretó su mano y luego la soltó al momento siguiente, se preguntó si era un apretón para brindarle algo de consuelo. Pero fuera lo que fuera, sí le brindó consuelo.
Poco a poco, olvidó todo lo que estaba pensando sobre Zamorin.
Llegaron a las tiendas de la campaña militar en casi dos horas.