Evelyn, sin embargo, no podía creerle a Regan porque no encontraba ninguna otra razón detrás de que Regan la dejara aquí de repente.
Tal vez Regan también podía ver esto y por eso tuvo que decirle lo que había estado pensando todo el tiempo.
—Me culpo a mí mismo, Evelyn.
Después de un momento de silencio, él sonrió amargamente, lo cual solo se podía ver a medias debido a su máscara.
—Te había prometido que te protegería. Había prometido que nadie sería capaz de hacerte daño y sin embargo no pude hacer nada cuando él hizo todo eso. No puedo... no puedo ni siquiera brindarte la justicia que mereces.
—Ya que no puedo protegerte... es mejor dejarte ir. Por eso te dejé aquí... el lugar que debe ser familiar para ti. Tal vez quieras ir con tu familia. Ahora eres libre de hacerlo. Nadie puede detenerte. Ve con ellos y sé feliz.
Aunque el corazón de Regan dolía al decir estas palabras, todavía mantenía una sonrisa forzada en sus labios.