Lo que Evelyn había pensado estaba muy equivocado.
Sí, ella conseguía estar con el príncipe... casi todo el tiempo. Sin embargo, todavía podía sentir su distancia hacia ella misma.
Como cuando le hacía preguntas, él nunca le respondía.
—Su Alteza, ¿cuándo llegaremos? —lo preguntó suave y cautelosamente... solo para escuchar silencio en respuesta. Fue Elias quien al final respondió a su pregunta.
—El cuarto día.
Evelyn no se desanimó. Todavía hizo su mejor esfuerzo por hablar con el príncipe. ¿Qué más podría pasar? Se preguntaba. Él le regañaría, le gritaría. Ella podía soportar eso, pero no podía soportar su silencio.
Sin embargo, nada de lo que intentó funcionó.
Cuando se detuvieron para comer en algún restaurante, intentó servirle por su cuenta, sin embargo, solo lo vio pasar ese plato a Elias y luego hacerse uno nuevo para sí mismo.
Evelyn no se atrevió a hacer nada más. Su corazón estaba demasiado frío para intentar algo. Todo el camino, nunca volvió a hablar.