En ausencia de Regan, Evelyn trató de averiguar maneras de aplacar a su príncipe.
Sin embargo, no encontraba solución a su problema. Cuando Evelyn pensó en cómo tendría que enfrentarse de nuevo al silencio del príncipe hoy, quería volver a llorar, pero no tenía lágrimas.
¿Qué debería hacer? Nadie estaba dispuesto a ayudarla.
Había intentado preguntarle a Rex antes de que este se fuera esta mañana.
Pero él se negó a ayudarla.
—Deberías saber ya qué es lo que le hará feliz. —Rex solo dijo esas palabras antes de irse del Palacio con una sonrisa ambigua en los labios.
Isla, así como los otros dos caballeros, no pudieron ver la expresión dolorosa de su señora y por eso uno de ellos sugirió
—Mi Señora, he escuchado que hay libros sobre cómo las esposas pueden cortejar a sus maridos. Quizás esos libros puedan ayudar. —Evelyn miró a Elliot, quien había sugerido esto, con ojos muy abiertos y llenos de sorpresa.
—¿Existen también libros así?