Evelyn no derramó ni una sola lágrima después de ser golpeada tan fuerte por Rafael, pero ahora sus ojos estaban de pronto vidriosos y su barbilla temblaba mientras hablaba.
—¿De quién es la culpa si alguien nace pobre o no tiene suficiente fuerza para salvarse de convertirse en esclavo, Su Majestad?
—Nunca he visto un día en mi vida en el que no fuera golpeada y que me dieran aunque sea dos comidas desde que me convertí en esclava. Ustedes nos ven como una especie de plaga, sin embargo, son incapaces de hacer algo sin gente como nosotros. Cuando desean desahogar su ira, nos golpean, cuando desean hacernos pasar hambre, lo hacen... y cuando quieren divertirse, nos lanzan vivos dentro de una arena con cuarenta leones que han sido dejados con hambre durante semanas.
Evelyn hizo una pausa recordando el día cuando había entrado en la arena.
Los horrores de aquella noche cuando estaba sola en las mazmorras con Rafael también se destellaron frente a los ojos de Evelyn.
