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Las cartas dejaron de llegar desde la frontera. Después de aquella carta que decía que la guerra había comenzado, no llegó ninguna otra.
Lavo debe de ser necesario en el campo de batalla todos los días. Incluso sin que Isla lo dijera, Evelyn lo entendía muy bien.
Evelyn no sabía si se había enviado alguna carta al Palacio Real o no.
Tampoco intentó averiguarlo. Simplemente continuó su entrenamiento y aprendió a leer y escribir. Los soldados dejados por el príncipe también eran entrenados todos los días.
En su tiempo libre, Evelyn se sentaba con las cuentas del Palacio. Poco a poco, comenzó a asumir todas las responsabilidades que debía tomar como la señora del Palacio.