Evelyn no entendía cómo podría cuidar de Oliver. Pero al ver las lágrimas de Gianna, asintió con la cabeza sin dudarlo y dijo:
—Sí, Madre. No llores. Siempre cuidaré de Oliver.
Gianna sintió un alivio extendiéndose por su pecho al escuchar esto.
El doctor había dicho que Oliver no podría sostenerse sobre sus piernas durante toda su vida. Cuando escuchó esto, Gianna se preocupaba todas las noches sobre cómo su hijo se las arreglaría después de la muerte de ella y de su esposo.
¿Quién se ocuparía de él?
Se le hundía el corazón en el pecho cada vez que pensaba que estaría solo tras su muerte.
Sin embargo, ahora estaba Evelyn.
Evelyn permanecería con su hijo durante toda su vida y era más joven que él. Quizás incluso tendrían hijos.
Entonces su hijo no estaría solo.
Gianna se aseguró de nuevo que lo que estaba haciendo era lo correcto y no lamentaba nada.
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Evelyn y Gianna limpiaron la casa y prepararon el almuerzo para el mediodía.