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Draven y Ember habían llegado a Ciudad de Crestarroja. Sin embargo, contrariamente a lo que Draven esperaba, en lugar del dolor del luto y el bullicio de la cremación en la plaza principal, había un ambiente de celebración.
—¿Qué está pasando aquí?
Los agudos sentidos de Draven le proporcionaron la respuesta y sus ojos rojos miraron hacia la entrada del salón con asombro.
Ember estaba demasiado desanimada para notar su entorno, sumida en su propio dolor mientras sujetaba con fuerza ese silbato de pájaro en su mano.
Draven llevó a Ember dentro del salón, donde la gente se inclinaba por donde él pasaba, pero sin dignarlos ni con una mirada.
Alcanzó a oír una parte de lo que Cornelia decía sobre que necesitaba traer de vuelta a Morpheus con ella.
—¿Es verdad?
—Sí, Su Majestad. Podemos salvar a Morfo. Todavía hay esperanza.