Después de despedir a Draven, Ember pasó su tiempo dentro de su cámara leyendo libros. Habría sido un tiempo agradable dedicado al ocio si no fuera por los dolores de su cuerpo.
Algún tiempo después, Clio tocó a su puerta.
—Señorita, perdone por molestarla, pero hay algo que deseábamos preguntarle.
—¿Qué es? —preguntó Ember al cerrar el libro de magia en sus manos.
—Todos esos regalos que Su Majestad compró para usted, ¿cómo le gustaría que los ordenáramos?
—¿Regalos? —preguntó Ember confundida.
—Sí, Señorita. Disculpas por la demora ya que después de aquel día vinieron cosas que la mantuvieron ocupada —dijo Clio.
Ember seguía confundida, sin poder entender la situación. —¿Qué regalos? ¿Cuándo me compró regalos el Rey?
Reya apareció detrás de su prima. —¿Olvidó, Señorita? El día que fuimos al festival en Nimer, en la víspera de la luna llena en el territorio del Clan del Tigre Blanco.
Esto solo confundió más a la chica. —No lo vi comprar nada...