—Proceda con ello —ordenó el Rey Tredor, pero Gregor encontraba difícil dar siquiera un paso adelante.
—¿Qué espera? —llamó el Rey en medio de su reticencia.
Como si fuera una señal, el caballero con su espada apuntando a Shanel se movió, provocando que Shanel soltara un grito de pánico. Su espada tocó la piel de su cuello, causando una pequeña herida que comenzó a sangrar.
Gregor tomó una profunda inhalación de aire antes de caminar rígidamente hacia el caldero de bronce. Sacando al bebé de aquel montón de tela gruesa, sintió como si su alma abandonara su cuerpo al colocar ese diminuto y precioso cuerpo en el agua fría.
Cuando con reticencia soltó sus manos
Al momento siguiente, el caldero de bronce se rompió y el agua fluyó de las grietas, derramándose en el suelo, mientras el bebé permanecía en el fondo del caldero, su cuerpo rojo por los llantos pero todavía muy vivo.