Al ver a su maestro de repente quedarse en silencio, Reya y Clio se miraron entre sí para tratar de averiguar qué le pasó a Ember.
—¿Señorita, pasa algo malo? —preguntó Clio con preocupación.
Reya estaba preocupada. —Disculpas, Señorita. ¿La incomodé? Estaba siendo demasiado ruidosa y grosera. No pretendo ser una molestia
Ember negó con la cabeza ya que aún estaba ocupada pensando qué hacer. Ember puso la taza de té de vuelta en la bandeja y miró a sus sirvientes.
—¿Ustedes dos saben si hay una forma de resistir el aroma de su compañero? —Ember decidió ser honesta.
Las dos damas se sorprendieron con la inesperada pregunta.
—No estamos seguras sobre eso ya que somos elfos, Señorita —respondió Reya.