—¿Te habría gustado si yo fuera tu compañero? —Ember no sabía que Morpheus la observaba, ya que ella estaba mirando el paisaje—. Definitivamente. Si fueras tú, no tendría que ser tan cautelosa todo el tiempo. Contigo, habría sido divertido. Podríamos volar a cualquier lugar, hablando y riendo mientras recorremos diversos lugares.
—Entonces, ¿quieres? —preguntó él, mirándola intensamente.
Como si sintiera el calor de su mirada, ella se volvió para enfrentarlo. —Quiero, pero...
—¿Pero?
—Si me convierto en tu compañera, entonces ya no seré la compañera del Rey, ¿verdad? —preguntó.
—Sí, solo serás mía —dijo él—. Mis ojos muestran que tomo esta conversación en serio, pero esta humana no logra verlo.
—Entonces, no puedo hacerlo. No puedo dejarlo —dijo ella y recordó las pocas cosas buenas entre las muchas que le hacían desconfiar de Draven.
Si le preguntaran a Ember, lo que más deseaba en este momento era mostrar su gratitud al hombre que le dio todo cuando ella no tenía nada.