La forma en que él la miraba le daba miedo, pero entonces Ember de repente mostró una sonrisa aliviada mientras sus ojos se desviaban a otro lugar.
Alguien llegó y aterrizó junto a los dos.
Draven estaba tan concentrado en su compañera que solo se percató de la nueva presencia cuando vio que los ojos de su compañera se iluminaban al ver al recién llegado. Su expresión hacía parecer como si viera a un ángel viniendo a salvarla de las fauces de un demonio aterrador.
Un hombre guapo con alas grises ceniza plegó sus majestuosas alas tras de sí.
—¡Morfo! —exclamó ella con los ojos llenos de lágrimas.
La ira de Draven se redirigió—aumentada incluso—al ver lo feliz que estaba su compañera de ver a otro hombre. Con los dientes apretados y los puños cerrados, desvió su atención hacia su lado donde vio al hombre alado sonriéndole a su compañera, ignorando su presencia.