Yula hizo algo con sus dedos, y en respuesta, un pequeño espejo con mango de madera salió volando de uno de los cajones del tocador de Ember.
El espejo que flotaba en el aire se detuvo frente a Ember. La chica humana miró el objeto con una mirada perpleja antes de redirigir su mirada hacia Yula.
—Señorita, quiero que vea lo que yo estoy viendo —escuchó decir a Yula—. Mírese bien en este espejo.
Con sus manos temblando un poco por alguna razón desconocida, Ember sostuvo el mango de ese espejo flotante frente a ella y observó el reflejo de su imagen.
¡Su rostro!
No había nada malo en él, aunque encontró su expresión desconocida debido a su color rosado en las mejillas que parecía extenderse al resto de su cara. Su mirada siguió por su cuello donde vio ese tatuaje de flor carmesí pero… había más. Su cuello tenía unas marcas rojizas que parecían pequeños moratones desvaneciéndose y eso la sorprendió.
Tocó estas con dedos fríos. —Esto…