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Draven sintió el delgado cuerpo de Ember estremecerse brevemente bajo él y de repente se tranquilizó al sentir sus caninos apenas penetrar la piel de ella. Su lengua podía saborear la sangre en ella y la realización lo golpeó. La había mordido… no, no había sido él, sino que el Dragón dentro de él se emocionaba por reclamar a su compañera.
¡Ese maldito Dragón!
Retiró los caninos lentamente y lamió la piel herida con su lengua para calmarla. Su saliva trabajó en la inmediata curación de las pequeñas heridas provocadas por la mordida. Sintiéndose enojado consigo mismo, cerró los ojos y enterró su rostro al lado del de ella, en su suave cabello que coronaba alrededor de su cabeza reposando en la almohada.
Su aroma, que siempre lo seducía, lo hacía sentir reconfortado cuando estaba enojado. Sus manos descansaban a ambos lados de ella en la cama, agarraba las sábanas para aliviar su frustración y enojo mientras sentía algo tibio y húmedo tocando su sien.