Ember se levantó y ambas la guiaron hacia la puerta. Reya abrió la puerta y fueron recibidas por la agradable brisa que hacía ondear sus cabellos y faldas tras de sí.
—¡Un balcón! —exclamó emocionada.
Ember avanzó y dejó que sus ojos recorrieran el enorme balcón adjunto al estudio. Había una pequeña mesa con una única silla ornamentada a un lado. No pudo evitar sonreír encantada mientras caminaba hacia adelante.
Desde su posición, sentía como si estuviera contemplando todo el reino. La brisa fresca era tan agradable contra su piel, y no sentía que necesitara ir al jardín. Su largo cabello castaño bailaba al compás de la brisa mientras sus curiosos ojos apreciaban la vista ante ella.
—Esto es hermoso —dijo Ember y luego se dio cuenta de que sentía un poco de frío.
—Iré a buscar un abrigo cálido para ti —dijo Reya y se fue con prisa.
—Organizaré té recién hecho, señorita. Con su permiso —Clio también se marchó.