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—¿Estás segura de que eres solo una humana normal, Hazel? —preguntó.
—... —Hazel estaba tan asustada que no podía articular palabra al ver su rostro fruncido. ¡Parecía como si en cualquier momento pudiera matarla!
—Yo... Estoy segura de que soy una humana ordinaria, mi señor —dijo con la voz temblorosa, confundida por sus acciones—. No entendía ni siquiera qué clase de pregunta era esa. Si no era humana, ¿acaso él pensaba que era un vampiro sin colmillos o un demonio o que también era una bruja?
Si fuera una, lo habría convertido en un sapo feo.
—¡Oh! Si ese fuera el caso, entonces no habrías podido encantar a tantos vampiros. ¡Debo decir que eres un hada! —Ja —sus ojos brillaron mientras respondía y luego soltó una carcajada al ver su rostro asustado que la dejó atónita.
La expresión de su rostro cambió tan drásticamente en un abrir y cerrar de ojos que si no lo hubiera visto con sus propios ojos, habría pensado que eran dos personas diferentes.