Edgar no le prestó atención a Gewen. Le dio una palmada en la espalda a su amigo y lo miró directamente a los ojos. —Tienes una semana para despedirte de tu madre. Después de que Arena descanse, lo enviaré de vuelta a Summeria, y tú vendrás con él.
Gewen apretó los labios. No era un cobarde. Moriría por su país, especialmente por su mejor amigo. Haría cualquier cosa por Marte.
Sin embargo, ahora, pensando que esta misión probablemente le costaría la vida, el hombre no podía evitar pensar en su amada madre. Él era el único hijo de su familia y tenían la esperanza de que pudiera continuar su linaje familiar.
¡Ay! Nunca quiso casarse y establecerse con una sola mujer. Pensó que tendría mucho tiempo para eso una vez que se volviera viejo y aburrido.
Planeó conseguir una esposa para hacer feliz a su madre cuando llegara el momento. Sin embargo, ahora se daba cuenta de que la oportunidad tal vez nunca llegaría.