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—Oh, Ellena... —Lady Preston casi se desmaya al escuchar las amargas palabras de su sobrina. Su esposo la sostuvo rápidamente de los hombros y la ayudó a sentarse en una silla junto a la ventana.
—¿Quieres agua? —le preguntó preocupado.
Lady Preston cerró los ojos y negó con la cabeza. —N-no... gr-gracias, mi señor... solo necesito sentarme.
Mientras tanto, Marte miró a Ellena con horror en sus ojos. Él no sabía que Ellena también estaba maldita. Ahora, eso explicaba por qué Ellena estaba tan decidida a no revelar la ubicación de la bruja.
Si el precio que ella tenía que pagar era la muerte... entonces no es de extrañar que no quisiera revelar el secreto.
¿Qué hacer?
¿Sería Marte tan desalmado como para obligar a Ellena a sacrificar su vida solo para poder encontrar a la bruja?