—¡No, Li Xue! No puedes asumirlo todo tú sola. Te ayudaré en esto —ofreció Wenting, sin importarle el tono sobreprotector que había usado. La gente comenzó a mirarlos como si intentaran especular algo en medio de sus palabras.
Había una firmeza y posesividad en sus palabras que no era adecuada para mostrar hacia ninguna otra mujer que no fuera su novia. Pero no le importó nada de esos pensamientos sobre derechos y errores y sacó su tarjeta de crédito de platino para pagar la cuenta.
Había urgencia en su movimiento, como si no acelerara su proceso entonces no se le permitiría. Dudaba que la mujer volviera a rechazarlo y negara su ayuda. Viéndolo así, cualquiera podría decir que los hechos presentados anteriormente eran erróneos. Su desesperación revelaba la certeza de que, en el pasado, no podría ser Li Xue quien lo persiguiera, sino al contrario.