Li Xue no quería que se repitiera el mismo asunto. Anoche, cuando lo pensó, realmente se sintió aterrada. Pero esta vez, cuando se retomó el mismo tema, no había ninguna ansiedad en su corazón, solo un poco de sorpresa por tal coincidencia.
—Está bien, no me importa. Sé que acabas de emocionarte y además esta pequeña a menudo activa su modo diablo —encogiéndose de hombros con indiferencia, volvió su mirada a su amiga.
—No, todavía estuve mal. Aunque mi pequeña ardilla se ponga un poco traviesa, aún así no hay manera de que sus dulces maneras y palabras se comparen con el Diablo del que hablo. Ella es más como un pequeño ángel diabólico mientras que ese hombre es simplemente un Demonio. ¡Hmph! —Feng Yi Lan hizo pucheros con sus palabras.
—Realmente eres imposible. Hablar así del señor Belcebú... ups, quiero decir de tu propio hermano en voz alta. Me pregunto qué pasará si él se entera de esas palabras —Li Xue miró a su amiga y negó con la cabeza.