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Aunque la multitud estaba llena de susurros, ninguno era claro para los oídos de Li Xue. Estaba sentada en su silla, completamente absorta en su teléfono, enviando seguridades a Lin Xinyi y Su Fai. Aunque no veía que llegasen respuestas, aún consideraba que su ocupación era de esperarse en la situación, dada la repentina vuelta de los acontecimientos. Podrían estar teniendo muchas cosas de qué ocuparse en su propio rincón.
Después de enviar las seguridades desde su lado, por un momento, también pensó en enviar un mensaje de gratitud al Señor Belcebú. Pero luego decidió en contra, pensando que sería mejor si lo hacía en persona en vez de por llamada.
