—No sabía que terminaría llorando —dijo Feng Shufen levemente, su voz apenas audible. Al oírlo decir eso, Li Xue sonrió como si todo este tiempo esperara esas palabras. Sus dedos se movieron sutilmente dentro del cabello de la pequeña, acariciándola para dormir en su abrazo.
—Umm… Señor Belcebú, necesito un consejo suyo. No, no un consejo, más bien haré lo que usted diga. Después de todo, en mis años de construir conexiones, ninguno tendría mejores ideas de negocio que usted. Siendo el profesional de negocios, puede guiarme bien —dijo, girando repentinamente para mirar al hombre a su lado. Sus labios se curvaron para darle una sonrisa de confianza, mientras que sus ojos parpadeaban esperando su respuesta. Las cejas de Feng Shufen se fruncieron, sin entender sus palabras o intenciones. —¿Qué es? —preguntó, manteniendo su rostro todavía rígido y frío.