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Al mirar la expresión hosca de su marido, Chen Rui presionó sus labios. ¿Hizo ella algo mal? ¡Definitivamente no! La expresión en el rostro de su marido en ese momento estaba probando que sus palabras eran correctas.
La expresión enfurruñada de su rostro coincidía exactamente con la de su hijo, la cual tenía cada vez que le dejaba contar sus defectos y luego pedirle que los mejorara.
Al ver que ella se ponía firme, al esposo solo le quedaba la opción de ceder ante sus palabras. Así que, manteniendo su expresión tal como estaba, dijo, volviéndose todo sumiso a las demandas de su esposa —Estoy de acuerdo con tus palabras, cariño. Sé que no tiene las cualidades apropiadas para ser llamado tu hijo ya que ha tomado todos mis defectos y ninguna característica buena tuya. Pero aún así, debe ser nuestro hijo después de todo, Dios no me ha dado un vientre para llevarlo dentro.