—Feng Yi Lan se mostraba reticente a escuchar las palabras de Feng Shufen, temiendo que si lo oía culpándola de todos sus sufrimientos y su actitud indiferente hacia el mundo, quizás no sería capaz de soportar el golpe. Su corazón ya había sido destrozado por la mañana, y ahora perder a su hermano solo conduciría su alma hacia una devastación irreparable.
—Quería huir de la verdad, pero poco sabía que las palabras y culpas de las que había estado escapando en temor no eran tan aterradoras como había pensado, sino que eran como un gel calmante capaz de aliviar el dolor de cada cicatriz en su corazón.
—Sujetándole el brazo, Feng Shufen la detuvo solo para aclararle las cosas. Aunque antes, no había sentido la necesidad de hacerlo, pensando que un día la niña maduraría lo suficiente para ver su amor fraternal por sí misma, al verla tan devastada y con su autoconfianza, decidió ayudarla a aliviar un poco.