Después de colgar la llamada, Feng Yi Lan volvió a sentarse en la posición en la que había estado antes. Ya habían pasado horas desde que estaba tumbada allí, contemplando su pasado, sus errores y todo lo que podría haber llevado las cosas a este punto en su vida. Sin embargo, por más que lo intentaba, su obstinada mente simplemente no le permitía aceptar que hubiera tenido alguna culpa en las cosas que le sucedieron.
—Cuando sientes que no tienes la culpa, entonces no es necesario perder el tiempo pensando que la tienes. Todavía tienes una marca que dirigir. Enfoca tus esfuerzos y pensamientos allí para que pueda generar mejores beneficios —de repente una fría voz familiar interrumpió su trance de pensamientos, dejándola atónita por la repentina aparición.
Para su sorpresa, se dio la vuelta y encontró a su alto y fríamente guapo hermano parado detrás con las manos metidas en los bolsillos del pantalón.