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—La pequeña miró a su mamá durante un rato y luego se volvió hacia su Ángel Papá. Sus ojos grises parpadearon cariñosamente hacia él. Luego acariciando sus mejillas, le rodeó suavemente la cara con las manos y dijo: Uff – oh Ángel Papá, ¡eres tan tonto! Temías esta simpleza para mí. Siempre he sabido que me has amado más que a nada. Por eso el Cielo te envió como mi ángel. Si no, habrían enviado a alguien más.
—¿Y hay alguien como mi Ángel Papá? No he encontrado a uno hasta que mi Ángel me encontró por sí mismo. Recuerda frente a tu gran coche negro, me encontraste herida, luego viniste a rescatarme —dijo la pequeña mientras levantaba su dedo hacia su rostro, pidiéndole al hombre que recordara esa vez cuando se habían conocido por primera vez.
—Así que, dudo que alguna vez encuentre a alguien como tú en mi escuela porque no habrá nadie —agregó más WeiWei, cobrando confianza en sus palabras.