—Wenting, yo... yo creo que Li Xue solo está molesta con nosotros porque cree que te arrebaté de sus manos. Si eso es así, entonces solo puedo devolverte. De esa manera, ella sería feliz y yo también podré estar libre de culpa —dijo Wen Sying, alejando un poco su cabeza de su pecho. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, mostrándole a Zheng Wenting el dolor y el miedo que sentía por dentro al perderlo.
Sus expresiones se oscurecieron mientras gruñía:
—Sying, ¿qué absurdo estás diciendo? ¿Así nomás me vas a dar? ¿Qué soy para ti? ¿Y cómo piensas siquiera que voy a permitir que eso suceda?
—Wenting, tienes que hacerlo. Solo así Li Xue será feliz y podrá perdonarnos. Así que hagámoslo. En el pasado, también la has amado, así que no será difícil para ti por mucho tiempo. Y en cuanto a mí, no te preocupes, me las arreglaré —dijo ella, desenredándose lentamente del hombre y dándole la espalda.
El hombre apretó los dientes mientras decía: