—Doctor, ¿cómo está su tobillo? Parece un poco grave —preguntó preocupada Li Xue mientras sus ojos miraban al doctor por un segundo y luego volvían a mirar el pie de Yi Lan.
—... —Incluso después de esperar bastante tiempo, no llegó ninguna respuesta ya que el doctor estaba demasiado atónito para procesar algo en su cabeza. Sus ojos estaban fijos en la belleza que solo pensaba que existía en los cuentos de fantasía.
Cuando Li Xue no obtuvo respuesta, volvió a preguntar, pero antes de que pudiera repetir sus palabras, Feng Yi Lan se quejó gruñendo: