Li Xue sintió calor al escuchar sus palabras, pero la forma en que él la miraba la estaba confundiendo. Podía sentir que él escondía algún dolor. Podía decirlo al mirar en sus orbes de acero. Pero, ¿por qué estaba sufriendo? ¿Había pasado algo en su casa?
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Hay algún problema? —preguntó, sin poder contenerse de hacer la pregunta. Sus ojos estaban ocupados leyéndolo, pero no había nada en lo que pudiera apuntar con el dedo. Era una sensación extraña, en la que ella estaba esforzándose pero el hombre le estaba impidiendo eficientemente hacerlo.
—Estoy bien. ¿Ya cenaron ustedes dos? —descartando sus preguntas con un gesto, preguntó con una leve sonrisa en los labios y luego se volvió a mirar al pequeño bulto que sostenía en sus brazos.