—Ay, todavía vives en el tiempo de hace 4 años. ¡Por amor de Dios, Yi Lan, esperaba mucho más de ti! —Qi Shuai dijo con una decepción matizada en su voz. Pero ese tono de decepción iba totalmente en contra de la culpa escondida que sostenía en sus ojos. Como si estuviera seguro de que él fue el infantil en primer lugar.
Feng Yi Lan lo miró por un segundo y asintiendo con la cabeza, dijo:
—¡Sí! ¡Sí, exactamente! Debes haber esperado mucho de mí. Pero Hermano Qi yo también esperaba algo de ti. Pensé que después de aquella noche no volverías a interrumpir mi vida, no te preocuparías por mí después de todo lo que me dijiste, después de romperme lo suficiente con tus palabras.