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Li Xue casi había olvidado este asunto. Dejar que Feng Yi Lan se entere de ella y del Señor Belcebú no era un problema, ya que tarde o temprano tendría que decírselo, pero podría convertirse en un lío si no se aborda correctamente y con cuidado.
Sus labios se curvaron en una incómoda sonrisa cuando tuvo que enfrentar la expresión aguda y penetrante en el rostro de su amiga. Claramente le gritaba, 'querida mía, más te vale no ocultarme ningún secreto, o después no me culpes si te asesino sin piedad al enterarme'.
—Jaja … eso … yo … —Li Xue aún estaba pensando cómo formular las palabras de la mejor manera para causar el mínimo daño en la escena, cuando de repente su pequeña explosión de emoción estalló una vez más en su tono más alegre.