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Li Xue ya tenía una sospecha de que lo que la señora Lin había hecho era solo para intimidarla. Aunque no estaba segura de la razón detrás de tal comportamiento, simplemente pensar que era una abusadora no tendría sentido. Debía haber alguna razón detrás de ello, de la cual no estaba segura.
Pero su implicación indirecta o justificada no demostraba que sus acciones fueran correctas. Entonces, cuando llegó el momento, Li Xue no dudó en darle una pequeña tortura. Y fue bastante satisfactorio cuando vio que funcionaba.
La cara de la señora Lin se puso pálida cuando mencionaron a Feng Shufen entre sus palabras. Se sintió como si el suelo bajo sus pies se desvaneciera. Simplemente no podía contemplar qué más le estaría esperando ahora. —¿A... a quién se lo entregaste? —preguntó.