Las palabras de Feng Shufen eran muy cálidas y tiernas. Si se las hubiera dicho a cualquier otra mujer, entonces ella no se hubiera atrevido a rechazarlas nuevamente, incluso sin contar que era el mismísimo Feng Shufen, el misterioso príncipe brillante del país.
Pero aquí estaba Li Xue, rechazándolo de nuevo como si ninguna de sus palabras fuera lo suficientemente suave para tocar su corazón roto. El único sentimiento que mostraba en sus ojos era de decepción. Al verla así, el hombre se quedó realmente desconcertado. Por primera vez en su vida, sintió confusión en su cabeza. No pudo comprender sus palabras y pensamientos.
Pero cuando miró en sus ojos decepcionados, tuvo la corazonada de que algo andaba mal. Quería consolarla diciéndole que no sacara conclusiones precipitadas, ya que sus palabras no significaban nada malo para ella, pero no lograba entender sus pensamientos. ¿Cómo podía negar sus pensamientos cuando él mismo no tenía idea de lo que estaba sucediendo en su mente?
