Feng Shufen estaba realmente divertido. ¿En qué estaría pensando esta mujer realmente?
Al mirarla así, le surgieron ganas de vacilarla un poco más. La miró intensamente por un momento y luego volvió a dar vuelta la crepe salada en la sartén. —Oh, parece que no recuerdas nada.
Li Xue sintió que su corazón latía fuerte con sus palabras. Sus cejas se fruncieron al pensar en todas las suposiciones que su mente podía generar. —¿A qué te refieres? ¿Acaso tú cam... —su garganta se sentía pesada, dificultándole decir las palabras que intentaba expresar. Sus mejillas se iban enrojeciendo.
¡Eso era suficiente! Feng Shufen estaba satisfecho. Teniendo en cuenta su salud, no podía llevar la broma más allá.
Fingió inocencia mientras la miraba. Sus ojos y tono, un poco serios como si desconociera por completo sus pensamientos y cualquier cosa que ella intentara preguntarle. —El último día, estabas empapada en sudor así que después de limpiarte le pedí a la Hermana Margaret que cambiara tu ropa.